viernes, 12 de octubre de 2012

"Cranford" de Elizabeth Gaskell, en tiempos de crisis, vuelve a los clásicos

Decíamos ayer...
Es difícil calificar a "Cranford" de novela, al menos de novela al uso, ya que es más bien una crónica de los sucesos o anécdotas que suceden a los habitantes de un pequeño pueblo inglés, de esos que tan bien reflejan las series de época de la BBC (de hecho, hay una famosa adaptación de esta cadena sobre la novela).
De hecho, no hay un comienzo ni un final, es incluso probable continúe eternamente relatando tés, tertulias y partidas de cartas, chismorreos y pequeñas trifulcas entre las habitantes de Cranford, ya que las amas y señoras de este pueblecito son las mujeres, ya sean viudas y solteras.
 
Sin ser lo mejor que he leído del siglo XIX inglés (prefiero a Jane Austen), a Elizabeth Gaskell tampoco le tiembla la mano a la hora de criticar la manía de aparentar lo que no se es, aunque quizá no tenga la misma agudeza e ironía.
Destacan los retratos femeninos, ya que predominan los personajes de este sexo sobre los de sexo masculino, aunque tampoco es que sea demasiado amable hacia las de su mismo género. De hecho, critica más o menos abiertamente que ciertas viudas desprecien a las que se casan en segundas nupcias o a las que se casan por debajo de su "categoría", el hecho de que las solteronas se tengan que encerrar en vida, los elitismos, etc.
 
Entretenida por momentos, sobre todo a partir de la segunda parte, y aunque se enrolla demasiado en ciertos momentos, "Cranford" es un libro que se lee con tranquilidad, para olvidar otras lecturas menos amables.
Siempre es agradable, además, retomar los clásicos, para recordar tiempos mejores.


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