lunes, 2 de abril de 2012

"Niños feroces" de Lorenzo Silva, la guerra nunca acaba...

Decíamos ayer...
Esta historia (hasta el autor duda en calificarla de novela) pivota sobre 3 pilares.
Por un lado tenemos la historia principal (o no), que es la de un joven, apenas un adolescente, que parte de la España de la posguerra para unirse a la División Azul, por pura convicción anticomunista. Después, y por lo mismo, o quizás porque ya no sabe hacer otra cosa que luchar, se une a las SS en Berlín, donde permanecerá casi hasta su caída.
Por otro lado tenemos a otro joven, un universitario aburrido, que conoce a un anciano con el que comienza a hablar. Este anciano le contará una interesante historia. Obviamente, se trata del adolescente que luchó con la División Azul y en las SS.
Y, por último, tenemos a otro joven, nuevamente un universitario, escritor en busca de una historia. Su maestro, que un día conoció a un anciano en un parque, le regalará una historia que contar.

Dudo en calificar esta historia de novela porque en las partes en las que el narrador (el último joven) nos habla del soldado más bien parece una biografía novelada, no muy lejana de cualquier libro de historia de Anthony Beevor. Es entretenida, sí, pero más bien parece un relato real.
Además, está salpicada continuamente por reflexiones, entrevistas a soldados modernos (de la guerra de Irak o Afganistán), viajes, poemas, canciones, recomendaciones de libros por parte del profesor y cicerone... De hecho, es "historia de soldado" y "otras cosas" casi a partes iguales.
Sin duda, es una lectura recomendable si estás interesado en saber más sobre guerras antiguas y modernas y quieres saber cosas que no aparecen en cualquier libro.
Berlin, Portbou, Paris, el 15-M, BinLaden, Hitler, Franco, la SS, Günter Grass... planean sobre este libro en el que todo parece estar relacionado.

Sin embargo, y debo decirlo, hay algo que me ha molestado y es la ligera moralina que impregna el libro. Ese "no debes sentir simpatía por el personaje, es un SS". Hasta el propio narrador lo dice, como recriminándose (incluso llega a redimirlo en cierto modo). A estas alturas del partido, todos sabemos quiénes eran los malos. ¿O no?



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