lunes, 30 de abril de 2012

"Mucho ruido y pocas nueces" de William Shakespeare, bien está lo que bien acaba...

Decíamos ayer...
Los que hayan visto la maravillosa película de Kenneth Brannagh ya sabrán de qué va el cuento, pero para los que no la conozcan, que se vayan enterando de que esta obra de teatro, escrita allá por principios del siglo XVII, contiene los diálogos más graciosos (y copiados) entre un hombre y una mujer, de esos que se-odian-pero-se-quieren.
La historia, ambientada en Mesina, nos cuenta cómo, recién llegados de una guerra, el príncipe don Pedro de Aragón y sus hombres se alojan en casa de un buen hombre que tiene una hija y una sobrina. Uno de sus hombres se enamora de la hija y otro se lleva a matar con la sobrina. El hermano bastardo del príncipe se encargará de sembrar la discordia.
Enredos, peleas y más enredos es lo que encontraréis si os animáis con este maravilloso clásico que no debería faltar en la estantería de nadie.

Supongo que se me ve el plumero y se nota a kilómetros que me encanta esta obra, mi favorita de Shakespeare, que la releo de vez en cuando y que incluso busco inspiración en ella.
Los diálogos entre Benedicto y Beatriz son crueles, disparatados y descarados, las escenas con los alguaciles, capaces de arrancar carcajadas, hasta el malo es un buen personaje, todos los diálogos son buenos.
Si os asusta que el lenguaje sea demasiado antiguo o difícil de entender, no os preocupéis, porque si alguna frase os resulta un poco rara, las risas que os echaréis en la siguiente hará que os olvidéis. El esfuerzo merece la pena, la verdad.

P.S. Si el libro os da pereza, siempre os quedará la peli, maravilla donde las haya, con un Kenneth Brannagh y una Emma Thompson en estado de gracia.

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