Decíamos ayer...
"Agua para elefantes" nos cuenta la historia de Jacob, un estudiante de veterinaria que, justo antes de examinarse de fin de carrera, pierde a sus padres en un accidente, pierde su casa y sufre una crisis. Sin un duro, huye de la universidad y se mete en un tren que, más tarde, descubrirá que pertenece a un circo. Allí conocerá a personajes que le ayudarán a encontrar su objetivo en la vida y también el amor.
El narrador de la historia es el propio Jacob, alternando el pasado con el momento actual, cuando está internado en una residencia de ancianos y han instalado un circo delante de la ventana, lo que remueve sus recuerdos... La verdad es que está narrado con gran sentido del humor y una documentación que se hace patente en todo momento, sobre todo en lo que se refiere a circos que se movían en trenes y a ciertas artes de rapiña a las que se dedicaban los dueños de los espectáculos.
Este es uno de esos libros que lees esperando una cosa y te encuentras otra muy distinta.
"Agua para elefantes" nos cuenta la historia de Jacob, un estudiante de veterinaria que, justo antes de examinarse de fin de carrera, pierde a sus padres en un accidente, pierde su casa y sufre una crisis. Sin un duro, huye de la universidad y se mete en un tren que, más tarde, descubrirá que pertenece a un circo. Allí conocerá a personajes que le ayudarán a encontrar su objetivo en la vida y también el amor.
El narrador de la historia es el propio Jacob, alternando el pasado con el momento actual, cuando está internado en una residencia de ancianos y han instalado un circo delante de la ventana, lo que remueve sus recuerdos... La verdad es que está narrado con gran sentido del humor y una documentación que se hace patente en todo momento, sobre todo en lo que se refiere a circos que se movían en trenes y a ciertas artes de rapiña a las que se dedicaban los dueños de los espectáculos.
Este es uno de esos libros que lees esperando una cosa y te encuentras otra muy distinta.
Por un lado, te la presentan como una historia de amor. Y no es que no lo sea, pero para mí, esa es la parte más floja de todas, pues es la más típica de todas, la más del montón.
Para mí, lo mejor del libro son la historia del protagonista cuando es anciano, aunque sea algo moralizante (dignificación de los ancianos como personas, blablabla), porque al menos tiene sentido del humor y la parte de los trabajadores del circo, los viajes en tren, los entresijos del montaje del espectáculo, las diferencias sociales entre trabajadores y artistas, etc.
Por ponerle una pega, diría que le sobra ñoñería animal, porque hay un momento muy preciso de la novela en la que la autora prefiere claramente sacrificar a personajes humanos -literalmente- (de los más interesantes, además, como Walter) para salvar hasta a un mono o a los caballos. Lo siento, pero yo siempre preferiré a un personaje humano, por raro que sea, a un animal. Aunque igual la rara soy yo.