Imaginaos una mezcla entre "Harry Potter" y "Las Crónicas de Narnia" protagonizada por unos jóvenes sobrados de alcohol, drogas, sexo, cansados del poder y tan aburridos que prácticamente se dedican a autodestruirse.
Pues todo eso es "Los magos", una novela que recuerda tanto a las novelas ya mencionadas que al autor se le debería caer la cara de vergüenza, aunque no le fanta un puntillo de razón en algo:Hogwarts, el colegio de magos de Harry Potter estaba lleno de adolescentes llenos de hormonas, y allí no había sexo (ni por asomo), lo más fuerte que bebían era cerveza de mantequilla (creo recordar), de drogas ni hablar... Su única escapada eran las bromas absurdas y como mucho algún besillo. ¿No es poco creíble que se porten igual con doce años que a los dieciocho?
Ese pequeño "problemilla" lo soluciona Lev Grossman con creces (demasiadas creces), lo que hace que la historia sea más creíble, aunque pierda un poco de su encanto.
"Los magos" nos cuenta la historia de Quentin, un adolescente brillante que se siente desplazado en Brooklyn. Su único consuelo (algo tonto) son las novelas que leía de niño y por las que sigue obsesionado, ambientadas en el idílico Fillory.
Un día, tras una fallida entrevista para la universidad, se encuentra de pronto conque es invitado a estudiar en una universidad de magos. Toda la primera parte de la novela nos habla de sus estudios en este maravilloso colegio, su enamoramiento de la maravillosa Alice, la amistad con un grupo de magos llamados "Los físicos", hasta la graduación.
Al salír de allí, ante la vacuidad de su destino como jóvenes magos con mucho dinero y nada que hacer aparte de emborracharse y liarse entre sí, no se les ocurre otra cosa que visitar el mágico país que le obsesionaba de niño, Fillory. Claro que, Fillory no es como ellos pensaban...
Una novela de grosor medio que se me ha hecho algo larga hacia la mitad, ya que he tenido la sensación de que todo me sonaba demasiado a otras cosas, cambia de repente cuando llegan a Fillory, que es cuando realmente se vuelve interesante, acompañada de un final ambiguo, de esos que dejan que cada uno piense lo que quiera.
Afortunadamente no tiene nada de aburrido, pero Quentin es ese tipo de personaje del que acabas por hartarte: autocompasivo, nunca satisfecho, egoista... Ni siquiera cuando parece haber pasado página es capaz de hacer realmente eso, pasar página.
Sin embargo, debo decir que la ambientación es muy buena y que te puedes imaginar tranquilamente los escenarios por los que se mueven los personajes, y que el lenguaje, lleno de tacos y ácido humor, es muy realista y les pega a unos adolescente bastante pasados de vueltas.
En definitiva, es el tipo de libro que gustará a quien no haya leído "Harry Potter" ni "Narnia", ya que todo les sonará de primera mano, en lugar de un "homenaje".